sábado, abril 22, 2006

Bitácora de un Encuentro (13)




El pueblo de Norati ha resultado ser un lugar apacible, entretenido y acogedor.
Sé que algún día tendré que partir, no para volver...sino para seguir avanzando.
Cada día me cuesta más recordar que esto puede ser sólo parte de mi viaje y no el fin.

Tengo muchos lugares que recorrer aun, debo encontrar el camino al Encuentro nuevamente, antes de sumirme en la estática de la comodidad y dejarme arropar por esta especie de tibieza hogareña que he encontrado aquí.

Ya llevo casi cuatro días y he conocido tanto de este lugar, como si llevara siglos.
Y no es una exageración.
Hay veces en que incluso tengo la impresión de estar frente a un deja vu.
Prefiero pensar que es algo que siempre soñé.
Me siento parte de esta gente, de sus costumbres, de sus ritos y sus calles.
Me es tan familiar todo.
Siento que vale la pena quedarme unos días mas....me convenzo a cada instante de que vale la pena vivir por estas cosas, aunque vivir algún día se acabe.

Como lo dije anteriormente, aun vivo mañanas en que creo estar frente a una inventada inmortalidad, frágil como un reloj de arena.
Como también hay momentos en que todo tan bello y cálido, tan inesperado y tan ansiado, me hacen temer que esto es lo que me tocaba vivir, justo antes de morir.
No exagero...así me siento hoy.

Siento estar sumida en un encantamiento tan sublime que sólo se podría vivir si estuviese cerca de la muerte.

Y me siento tan lejos de la muerte(hace tiempo que con la muerte estamos en paz).
Hace días que comienzo a entender que la muerte sólo hace lo suyo. Que a pesar de la muerte, la vida sigue.

El cuerpo no nos define, ni nos limita. Nadie llega solo hasta donde terminan físicamente sus extremidades. Pensamos que más allá de eso, no somos...No son.
No es así... La muerte acaba con un cuerpo, pero jamás logrará acabar con los recuerdos, las conexiones, ni el lejano sonido de las risas y las lagrimas vividas.

Entender esto ha sido parte de un proceso sanador que no ha sido fácil.
Hoy sé que no engaño a la vida, pensando en la muerte. No cometo infidelidad ni traición al acercarme a los recuerdos.
No hay ingratitud al llorar la muerte.
He derramado lágrimas como nunca antes en mi vida. Poco a poco dejan de ser parte del dolor.
Los nativos de Norati me han ayudado a comprender los mecanismos de la memoria y el conocimiento más que ninguna otra tribu.
Saben que la única forma de anular el recuerdo de la muerte es modificar el rastro de la vida.
Que para olvidar hay que reinventarse.

Durante mucho, pero mucho tiempo, pensé que para enfrentar el caos de la muerte debía esforzare a reestablecer el orden.
Aquí, la gente se inventa uno nuevo, que se distingue por ser precisamente opuesto al anterior.

Aquí he comprendido que el edificio no debe tratar de reconstruirse después del derrumbe, sino que una vez desmoronado, hay que construir uno distinto.

Antes decía que después de la muerte, la vida DEBE seguir. Hoy la recreo.
Es una fórmula del olvido bastante activa, que no se define por pensar en lo viejo, sino en lo nuevo.

No se si son concientes de los efectos de sus costumbres, Esto no es un desprecio a la muerte. Es un homenaje a la muerte y a los muertos.
Me ha ayudado a entender que quien muere ha sido tan importante que una vez que muere.....puede tener la certeza que ya nada puede seguir igual

No se me ocurre mayor homenaje a la muerte que ese.

Eso lo he aprendido aquí...en Norati.