miércoles, noviembre 16, 2005

Bitácora de un Encuentro (4)

Ya esta amaneciendo. Pronto será nuevamente de día y poco a poco voy sintiendo como el rocío ha impregnado el aire a humedad y tierra. Tomo una bocanada grande de aire fresco y exhalo como queriendo convertir mis suspiros en aurora.

Hay paz....hay silencio...
Otra noche más que he logrado derribar las distancias.
Otra noche más que logro sortear el turbulento ruido de las aguas que pasan bajo los puentes.
Una noche más donde mi paciencia se ha ido desbordando en fe.

Por las lomas comienzan a bajar los rayos del sol. Todo se ha vuelto tan tibio.
Creo que es hora de descansar.
Me despojo de mi carga. No tengo morada donde descansar...pero el suelo firme me acompaña. Cierro los ojos, extiendo mis brazos y me entretengo unos segundos jugando con las hojas caídas.
Suavemente suspiro tu nombre...y me sonrío.
A mi lado, también descansan mis dos compañeros de viaje. Han sido infatigables e incondicionales. Me han acompañado todo el trayecto...de día, de noche, derribando muros y fantasmas. Siempre a mi lado...conmigo.

Son tan diminutas y frágiles... pero soberanas y libres como el viento. Sin embargo están aquí...a mi lado...una vez más en este largo camino al encuentro.

Una de ellas es una hermosa y frágil mariposa. Creo que vuela por la sola fuerza de sus colores. El movimiento de sus alas han marcado el silencio día tras día...como un murmullo de voces eternas.
Muchas veces , al verme exhausta, rendida y abatida por el cansancio, llega amistosamente, casi imperceptible...y deja un par de gotas de agua sobre mis labios. Son gotas frescas...dulces.
En las noches se posa sobre mi hombro..como vigilando el camino. Al reposar en mi, me llena el alma de quietud.
En el día...el sólo color de sus alas me da la misma fuerza que ella tiene para volar...

Ahora descansa a mi lado. La noche ha sido larga para ella también.

Mi otra compañera de viaje es una pequeña y ágil ardilla. Hay veces en que pienso que se ha perdido...pero sólo anda dando brincos entre las ramas...pequeños saltos entre el arco iris y el cielo. Salta y corre, como cabeceando burbujas de espuma. Es diminuta, pero en su alma crece la vida con la profundidad de un gigante.
Muchas veces, ante la fatiga inminente del viaje, ha compartido conmigo un par de nueces.
En las noches, se sube a mis piernas y se duerme en mi bolsillo. Es tibia...es suave.

Ahora descansan conmigo. Junto con el sol, han comenzado a teñir el día con el calor de los inocentes.

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