viernes, enero 13, 2006

Bitácora de un Encuentro (8)

Extenuada, cansada, rendida..
Caminar no sólo me ha servido para ver la luminosidad de mis pasos, sino para sentir cada día el sonido quejumbroso de mis huesos y la debilidad de mis músculos.
Descansar me ayuda a entender que para acallarlos sólo puedo dejarlos gritar y sostener su lamento hasta que se agote....y así conciliar el sueño y esperar entre tinieblas y grillos el alba.
Aún no logro dormir de noche. La oscuridad aún no logra consolar mi espíritu.
Cierro los ojos con la esperanza de despertar al atardecer y poder ver la luna del la vigésima cuarta noche.
Se inicia un nuevo año en Oriente y los Dioses ascenderán al cielo para presentar sus respetos, con sus labios untados en miel para hablar solo de cosas dulces.
Será tiempo de reunir a la familia y los amigos. Hablar de las experiencias del año que se aleja, rendir homenaje a los antepasados y los que partieron antes que nosotros.
Habrán abrazos y ceremonias que ayuden al intercambio de buenos deseos.
Habrá reconciliación y entierro de rencores.
Dragones bailarán con leones, envueltos en sedas y brillos...deseosos de comenzar una nueva era.... llena de esperanzas y deseos de eternidad.

Para mi...sólo será un encuentro espiritual y conciliador con la noche.

Lo más probable es que en la lejanía logre distinguir los fuegos de algún pueblo tras las laderas.
Pero ahí estaré... en soledad y en paz.

Con la libertad de abrazar al viento y las estrellas y pedir como deseo llegar al Encuentro. No importa el tiempo que me tome. Sólo llegar.

Será el tiempo para enterrar los dolores del pasado...aún sabiendo que son inmortales.

Será el tiempo de gritar a los vientos por tranquilidad...aún sabiendo que no será tarea de ellos...sino sólo mía.

También será tiempo de trazar en mi memoria la ruta que deseo seguir y el final que deseo encontrar al término de este camino.
Será tiempo de sacar del morral la única botella de vino que llevo conmigo y brindar en la distancia por todo aquello que mantiene funcionando mi corazón y mi alma: La risa de mis compañeras de viaje, la fuerza de mis antepasados, la inocencia de mi infancia y la libertad que hoy me tiene sobre estas tierras.

Brindaré por la vida y la muerte...La buena y mala muerte. Por la que se espera y por la que sorprende.

Brindaré también por aquella noche que me sentí inmortal mientras hacíamos el amor.


Y la última copa... bebida gota a gota me ayudará a divagar y fantasear que mi fuerza tendrá la capacidad de limpiar los dolores a su paso, como un torrente de efecto curativo.

Y me dormiré al alba, sonriendo y embriagada... con la férrea convicción que en algún lugar nos volveremos encontrar.

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